Enamorado. Así se muestra Pepe Molina, el presidente de la Unión de Chefs Latinoamericanos, que decidió dejar atrás su función de chef del Teatro Colón y la Suprema Corte de Justicia en su país, para encabezar un proyecto que llevará adelante junto a empresarios locales.
Enamorado de la vida, de la cocina, de nuestra Costa de Oro y sobre todo de Manuela, su pareja, con quien comparte sueños grandes en nuestra tierra. Con ella, nos recibió una tarde fría de julio en su casa de la rambla de Atlántida. Así supimos que luego de muchos años, a principios de 2019 Molina encontró en las redes sociales a un antiguo alumno de su escuela de gastronomía, Matías Pidotto, quien se encuentra trabajando en nuestro país. Esos primeros contactos derivaron en la posibilidad de realizar el ENCUENTRO GASTRONÓMICO LATINOAMERICANO. Durante los meses previos al evento fueron necesarios varios viajes a Uruguay para ajustar detalles de la organización. Poco a poco, viaje a viaje, Molina y Manuela se fueron enamorando de la costa canaria hasta que el chef un día propuso casi en voz baja: “¿Y si nos venimos a vivir a Uruguay?”. La respuesta de Manuela fue inmediata.
“No lo dudé nada, me encantó. Nosotros estábamos viviendo en un departamento en Villa Urquiza con todo ese ritmo un poco frenético que tenemos en Buenos Aires. Pero en realidad yo soy de una ciudad que está a cien kilómetros de la Capital, que se llama San Andrés de Giles y que está cerca de Luján. Es un lugar tranquilo y bastante parecido a Atlántida en el sentido de que es más pueblo y más familiero. Además también tengo un hermano que se vino con nosotros así que me siento como en mi casa”, nos contó Manuela, que se especializa en angeloterapia y espera poder desarrollar aquí sus talleres y terapias en breve.
Desde principio del mes de diciembre están radicados en nuestro país y es una gran noticia, ya que se trata de un profesional que ha recorrido los mejores restaurantes del mundo y que ahora volcará todos sus conocimientos y experiencias en nuestro país y específicamente en nuestra Costa de Oro.
DESDE EL HARAS
El punto de partida para esta nueva etapa de Molina será un restaurante de campo “gourmet” de nombre EL ESTRIBO que funcionará dentro de HARAS LA PERSEVERANCIA, un hermoso complejo ubicado entre los balnearios de Costa Azul y Bello Horizonte. Los trabajos constructivos vienen avanzando a muy buen ritmo y han logrado transformar una vieja estructura en un local cálido, luminoso y espacioso, que logra interactuar a la perfección con las caballerizas, el monte y el pequeño lago con patos silvestres del lugar. Si todo sale tal cual está planificado, las puertas de EL ESTRIBO estarán abiertas en el mes de setiembre, luego de ajustar la carta en una serie de rondas de almuerzos que se harán con invitados especiales.
“En El Estribo voy a hacer una mezcla de todo lo que he aprendido”, afirmó Molina, “en gastronomía hay muy poco por inventar. Yo creo mucho en la cocina de antes, cuando sin muchos recursos el cocinero se daba maña para hacer cosas maravillosas”.
Además, apuntó que buscará el equilibrio en cada plato. “El uruguayo está acostumbrado a comer 400 gramos de papas fritas y una hamburguesa de 100 gramos. Hay que regular los productos en la justa medida para conseguir platos bien balanceados. Lo bueno es que acá hay excelente materia prima, champiñones, pescados, mariscos y muy buena carne”, apuntó.
La gran novedad en El Estribo será la denominada “Mesa Uno”, que estará ubicada dentro del ambiente de la cocina. Los comensales que hagan su reserva para este espacio serán atendidos en forma directa por el sub chef.
Más allá de los ajustes que sufra la carta a raíz de la ronda de almuerzos previa, podemos adelantar que se podrá disfrutar de platos para todos los gustos, desde opciones básicas, aunque de excelente calidad, hasta propuestas sumamente sofisticadas tales como un lomo relleno de mollejas o unos langostinos envueltos en chocolate, y los fines de semana habrá un gran fogón con todo tipo de carne para disfrutar en su punto justo.
Sin dudas, EL ESTRIBO contribuirá a elevar la vara de manera significativa en el campo gastronómico de nuestro país, y colocará a la Costa de Oro en un lugar de referencia en la materia.
AL VACÍO
Pero EL ESTRIBO es solo el primer eslabón de una serie de proyectos que tendrán en Haras La Perseverancia su centro logístico. Si el restaurante de campo promete “dar que hablar”, la línea de comidas de cocción lenta envasada al vacío no será menos. La idea consiste en ofrecer una amplia variedad de platos envasados que puedan ser fácilmente preparados y consumidos conservando su sabor original y sus nutrientes. De ese modo, las familias uruguayas podrán adquirir la comida de Pepe Molina para toda una semana, o todo el mes. Solo deberán escoger las opciones, indicar la cantidad de porciones y las recibirán en la comodidad de su hogar. La maquinaria necesaria para el procesamiento de los alimentos estará arribando a nuestro país en los próximos días y el propio Molina se comprometió a realizar una demostración para nuestro medio que seguramente compartiremos en próximas ediciones.
LOS FUTUROS CHEFS
En el periodo comprendido entre los años 1997 y 2014, la escuela de Pepe Molina capacitó a mas de 15.000 cocineros en Argentina, muchos de los cuales se encuentran trabajando en restaurantes de todo el mundo. También ofreció sus conocimientos en academias y universidades de diferentes países de América Latina. Ahora serán los jóvenes uruguayos los que podrán acceder a una formación de primer nivel, que incluirá clases con chefs internacionales, idiomas y hasta talleres de arte (este último a cargo de Gustavo Mir). Está planificado que en el mes de octubre ya se realicen los primeros cursos cortos y puntuales de la escuela de Pepe Molina, con la intención de iniciar los programas de formación completos (tendrán dos años de duración), a principios del año venidero.
En fin, habrá que aguardar un poco más para comenzar a disfrutar de todas estas nuevas alternativas. Por lo pronto, Pepe y Manuela aguardan, planifican y sueñan juntos. Ella lo apoya y lo acompaña, afirma que le encanta verlo cocinar, sin embargo, nos llevamos la gran sorpresa de la tarde: “¿Y acá?… ¿Quién cocina?”, les preguntamos. “No, acá cocina ella y lo hace muy bien”, respondió Pepe entre risas.
Los Reyes, Maradona y Pavarotti
Pepe Molina trabajó en las cocinas más distinguidas del mundo. Estuvo en Francia y en toda América Latina. En España tuvo la posibilidad de ser el Chef del Restaurante argentino que formó parte de la Expo Sevilla, donde cocinó para los reyes de la madre patria. También fue Chef de la selección argentina de fútbol y viajó con el plantel a los mundiales de España 1982 y Francia 1998. En el primero de ellos Diego Maradona formaba parte del equipo.
Pero ni jugadores, ni reyes, ni presidentes. A la hora de recordar un momento, un comensal, Molina siempre cuenta la misma anécdota: “Estábamos una noche con Alejandro Araoz en el restaurante El Pampa del Hotel Sheraton haciendo unas figuras en hielo. El lugar ya estaba cerrado pero nosotros solíamos quedarnos para perfeccionar nuestra técnica. De pronto se abrió la puerta y un señor dice: ´Buenas noches, quisiera comer una grillata de vegetales pero está cerrado´. Yo lo reconocí, era Luciano Pavarotti así que llamé al gerente que bajó enseguida. Le prendí la luz que estaba apagada mientras mi compañero prendía la cocina. Creo recordar que tomó un vino tinto Catena Zapata. El tipo era enorme. Recuerdo que tenía el pañuelo en la mano con el que siempre se limpiaba la transpiración. Comió, se tomó cerca de una hora y luego la puerta se volvió a abrir, nos agradeció y nos felicitó por la comida. Un gran detalle, imaginate… Pavarotti vino a agradecernos a nosotros por la comida. Yo no me voy a olvidar más”, recordó.
Estaba escrito
La relación entre Pepe Molina y Angélica Manuela González está rodeada de misticismo. Ella es Angeloterapeuta (terapia que se realiza a través del contacto con ángeles y arcángeles según nos explicó) y presta mucha atención a lo que denomina “señales”. Es así que supo que conocería a Molina y que vendría a vivir a Atlántida mucho antes de que ambos hechos sucedieran.
“Es gracioso. A mí ya me habían dicho que conocería a una persona. Me habían asegurado que se trataba de una persona pulcra, impecable. Lo primero que me vino a la mente fue que se trataría de un médico. Pasado el tiempo conocí a Pepe haciendo un curso de Gastronomía en Tilcara, a mil ochocientos kilómetros de Buenos Aires, y sí… ese hombre pulcro era él. Siempre profesional, siempre impecable”, nos contó.
También asegura que supo que vendría a vivir a Atlántida detrás de un proyecto con su amor. “Un día decidí abrirme los registros akáshicos en Mar del Plata con una persona que era excelente. La persona se pasó cuarenta minutos hablando de él, de Pepe y de un proyecto. Que íbamos a venir a un lugar con mucho verde, mar, que la gente va a venir a comer un plato específico que lo iba a conectar con lo mejor de sí. Por eso el proyecto de EL ESTRIBO apunta a generar toda una experiencia a través de la comida”, concluyó.