Milton Rodriguez
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“El Cero” – Milton Rodríguez

EL CERO

Mi desayuno, las noticias de la mañana y la sensación de impotencia al no poder asumir aquello que no puedo cambiar, me llevó a pensar en el cero. ¿Es este un símbolo de vacío?

Lo comencé a dudar y concluí en que, solamente, es el símbolo que encierra todo aquello en lo cual debemos de profundizar.

Vinieron a mi mente frases como: “Es un cero a la izquierda, no vale nada”.

Y volvieron las preguntas: ¿Cómo algo que no vale nada, que significa un vacío, puede ocupar un lugar? Si ocupa un lugar, no es un vacío.

Inmediatamente pensé en aquella otra frase: “Al irse me dejó un vacío imposible de llenar”. Por añadidura vinculé ambas cosas, lo que me llevó a pensar que el vacío que sentimos muchas veces en nuestras vidas, o sentirnos un cero, no es más que un desafío que tarde o temprano debemos abordar.

Tal vez, y solo tal vez, este dibujo de un circulo, un aro, una circunferencia que traza el hombre desde tiempos inmemoriales, solamente nos indica que algún día en nuestra vida debemos de buscar, de tener el valor de sobrepasar la muralla del trazado que lo simboliza, y adentrarnos en su profundo interior a buscar las respuestas que aún no hemos encontrado.

Este lugar circunscripto a su trazado, debe sin duda tener alguna de las respuestas que tanto ha buscado la humanidad.

En este devenir de preguntas y pensamientos desordenados, mientras escribo estas líneas, me pregunté por mi ombligo y descubrí que también es un cero.

La frase hecha nuevamente salió a la luz: “¿Pensáis que sois el ombligo del mundo?

¿Por qué llegar a pensar que no? ¿Y si lo fuéramos?

Sí que lo somos, y de eso no tengo dudas. Somos el ombligo de nuestro mundo, ese mundo interior al cual debemos acceder de una u otra forma para

cambiar el mundo que nos rodea, el mundo circundante, el de nuestros seres queridos. La puerta simbólica de este mundo es el ombligo y solo mirando hacia nuestro interior a través de él, lograremos comenzar a procesar los cambios.

Ahora bien, ¿cuál es la llave? Lo bueno de esta cerradura imaginaria, es que la llave no tiene copias. La llave es única para cada uno de nosotros y no sirve para otros ombligos, solo sirve para el nuestro.

Mucha gente encuentra esta llave en la Fe. Pero es válido decir que también, mucha gente pierde la llave en la fe. Es fácil decir “Yo tengo Fe” y pasarle la llave a otra persona u otra institución para que se encargue de trabajar dentro de mi circulo, al cual hoy le he dado el nombre del cero.

Pero no olvidemos que esta llave mágica funciona solo con nosotros y que solo nosotros podemos usarla en nuestro ombligo.

Habiendo expresado esto, los invito a usar esta llave y comenzar a buscar en cada uno de nosotros las respuestas a nuestras dudas, problemas y misterios, siempre pensando que nuestro cero es único e irrepetible, que es el principio de nuestras vidas y que, a través de él, estuvimos 40 semanas comunicados con lo más maravilloso y misterioso: La creación.

Hasta la próxima.

Milton.





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