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Nicolás Burgueño Kosenco / ¿Un aplauso para el Sol?

Comienza un nuevo año solar en el calendario gregoriano y cristiano, el 2018, mientras otras personas van por el año 5778, otros por el 6018, otras por quién sabe qué año y yo, el 3 de mayo, comienzo mi Año 36 Después de Niko.

Primer “Licencia para Opinar” de este año lectivo, Atlántida llena de turistas, actividades y experiencias buenas y de las otras. Lo primero que corresponde es enviar mi deseo de que tengan ustedes y “ustedas” un muy feliz año y que el mismo sea de abundancia y mucho éxito en lo que se propongan, además de que puedan ver lo positivo en cada situación de vida que les toque vivir y que aprendan algo de cada experiencia.

Estaba tirado en la playa mirando hacia el horizonte pensando acerca de qué escribir y se me cruzaron muchos posibles temas; podría opinar acerca de la infraestructura de Atlántida, los aumentos de tarifas, el cambio en los contratos de ANTEL, la inseguridad, el año de campaña política que se nos viene y que ya comenzó cargado de intolerancia y fanatismos, el primer paro del PIT-CNT del año, las movilizaciones del agro, las obras en pleno verano en los balnearios, los vendedores en las playas, los accidentes de tránsito, el olor a grasa de torta frita con 30ºC, los perros perdidos y asustados por “los cuetes”, los perros y “su popó” en la playa, las actividades de verano, la vida de la langosta, los horarios de los guardavidas, los horarios recomendados para exponernos al sol… el sol… el sol… opa… que buen tema se me acaba de ocurrir… el Sol.

El sol, ese astro “inanimado” que nos ilumina día a día, que nos da la energía necesaria para que exista vida en el planeta tierra, ese objeto en el cielo que ha sido endiosado una y otra vez a lo largo de la historia de la humanidad (o las humanidades), esa estrella enana que envía sus rayos hacia nuestro planeta tierra (nuestro planeto tierro para escribir con género), ese ser supremo venerado por las más variadas religiones y civilizaciones a lo largo de la historia y que hasta el día de hoy se celebran sus solsticios y equinoccios de diversas maneras y luego del sincretismo religioso, hasta con nombre de santos o nacimientos de avatares religiosos.

Tal es nuestra adoración del sol en Atlántida, que en la rambla de la playa mansa (playa de donde se ven los atardeceres más hermosos), tenemos 2 soles en vez de uno.

Pero el tema que quiero traer a debate en esta oportunidad es uno que día a día durante el verano a muchos nos afecta, o al menos nos llama la atención, principalmente a los que tenemos la suerte de disfrutar los atardeceres durante todo el año y que ya los sentimos como algo nuestro… el tema en cuestión es: ¿Se aplaude o no se aplaude la puesta de sol?

Consultando a varias personas el por qué aplaudir al sol obtuve las siguientes respuestas:

“Porque es un tremendo espectáculo”, “porque son los más hermosos atardeceres, en Argentina no tenemos puestas de sol así”, “para agradecerle un día más”, “para que mañana salga de nuevo”, y seguro que la lista sigue.

El tema para debatir es que si han podido presenciar en alguna oportunidad los atardeceres de Atlántida libres de turistas, notarán que en la puesta de sol algo en nuestro interior se conecta plenamente con el sol, quedamos como hipnotizados, en un estado de meditación profunda mientras Él “se sumerge en el agua”, dejando ese resplandor por unos minutos luego de desaparecer al ser vencido por la oscuridad, y ahí se despiertan un sinfín de nuevas actividades por el balneario hasta un nuevo amanecer.

Cuando hay turistas, el atardecer deja de ser algo interno y personal, porque en el momento que estás meditando y agradeciendo haber vivido ese día, comienza en la playa un estruendo por los aplausos de lo que parecen ser espectadores de una obra de teatro o de una pantalla de cine, algunos seres tan desconectados de la naturaleza que hasta miran cada día la puesta de sol a través de su pantallita del teléfono inteligente, de la cámara de fotos o video, perdiéndose la verdadera conexión, desconectados de la experiencia.

Comprendo que el aplauso se ha generalizado en las situaciones más diversas, aplaudimos al asador (o a la asadora), aplaudimos al terminar una película buena en el cine, aplaudimos los aterrizajes luego de un vuelo en avión, aplaudimos en vez de reírnos, aplaudimos en vez de disfrutar la paz del atardecer.

He notado que en el momento del aplauso colectivo se da como una comunión entre los presentes que están enfocando su atención en el sol, pero también es cierto que en cuanto termina el aplauso, una gran cantidad de personas, levanta sus cosas y se va de la playa de forma inmediata, casi automática, como si se tratara de una película que terminó en el cine.

Mi opinión el día de hoy acerca de este tema, es que la puesta de sol la tomo como un rato de meditación profunda, conectado con el dador de energía y conmigo mismo, por lo tanto la belleza o nostalgia que tiene el atardecer depende más de factores internos que de factores externos. La puesta de sol tomada de esa manera resalta lo que estemos viviendo en nuestro interior y nos ayuda a aclarar muchas cosas para poder iluminar en los puntos que debemos trabajar para seguir mejorando en este camino de aprendizaje continuo que llamamos vida.

También la puesta de sol, en algunas épocas de la vida es un despertar de nuestros impulsos de placeres nocturnos, de fiesta y excesos, que en nuestra Atlántida se cumplen noche a noche. O nos invita al recogimiento de la paz de nuestro hogar o del alojamiento que estemos teniendo, para disfrutar banquetes en familia o con amigos, y llamarnos a la recreación y al descanso.

Se puede opinar muchísimo acerca de este tema de la puesta de sol, pero hoy la dejo por acá y expreso mi opinión personal: La puesta de Sol NO SE APLAUDE, vayan a aplaudir el AMANECER.

¿Y vos qué opinás? ¿se aplaude? ¿no se aplaude? ¿Por qué se aplaude o por qué no se aplaude?

No te quedes sin expresarte, compartinos tu opinión ya que todos y todas tenemos #LicenciaParaOpinar.

Niko.·.


“Filósofo de las redes sociales, seudohumorista, vecino de Atlántida, librepensador, investigador en el área química, escritor, integrante del Partido Independiente, opinólogo (No soy licenciado)”.





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