Milton Rodriguez
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Milton Rodriguez – Página 58

PAGINA 58

Otra vez llovía, el viento ayudaba a que la tormenta pareciera más y más fuerte.

Por una punta de mi ventana, el cristal mal sellado contra el marco, dejaba pasar una pequeña gota de agua, que se derramaba como si estuviera sangrando.

Los relámpagos eran flashes constantes sobre mi vieja biblioteca, todo esto, daba una sensación de estar presenciando el juicio final.

Tomé uno de mis viejos libros al azar y por un momento me detuve pensando en todos y cada uno de los libros que allí estaban.

Me dieron la imagen de un montón de vidas pasadas, apiladas en estantes, esperando que alguien los trajera nuevamente a este mundo, aunque solo fuera por un instante.

¿Sería eso la vida? Nuestra vida, podría asemejarse tal vez a libros, que una vez leídos quedan apilados en rincones.

Siguiendo en este devenir de mis pensamientos descubrí que los buenos libros, tienen un prólogo, algo similar a un génesis que anuncia por qué y por quién está escrito.

Me acomodé en mi sillón y cuando abrí aquel libro que había escogido, descubrí que sus páginas comenzaban a tornarse amarillas y algunas con pequeñas manchas marrones.

En este instante mire mis manos, ya ajadas y con la misma situación de vida.

En ese libro vi mi vida, cosida y encolada a un lomo de cuero marrón que con letras doradas tenía mi nombre.

Era este libro mi epitafio, o simplemente me recordaba que estaba ya terminando de leerlo.

El marcador estaba en la página 58 y allí retome mi lectura.

Traté en vano de recordar en forma precisa, que decía en cada una de las paginas anteriores, como quien intenta recapitular sobre lo que ha hecho en esta vida y descubrí que era imposible.

Solo recuerdo que en la página 46 hablaba de mi hijo.

Esto me condujo a la siguiente reflexión, cuan apurados estamos por pasar las páginas de nuestra vida y no disfrutar a pleno cada una de ellas.

Tanta es la ansiedad por conocer el final del libro que no podemos recordar lo que hemos vivido en él.

Cerré rápidamente el libro, me asustó saber cuántas paginas me quedaban por leer.

Mañana cuando pare la lluvia, lo volveré a abrir y re leer la pagina 58, pero a conciencia y con calma, ya que tal vez, ya esté cerca del índice del libro.

Espero que cuando termine de leerlo, este libro no quede en un polvoriento anaquel, sino que esté en la cabecera de alguna cama, como libro de consulta.

Milton.





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